Diecisiete días antes de la muerte por covid: los rastros fotográficos de mi padre
Dos días después de la muerte de mi abuela por covid, mi papá, John Orlando Camacho, ingresó a una Unidad de Cuidados Intensivos en Medellín, cargando el mismo virus en su cuerpo. Era agosto de 2020 y casi toda mi familia estaba confinada en casa. Mi papá pasó 17 largos días en la UCI, dos semanas en las que no pudimos tocarlo o abrazarlo sino de forma virtual. Supimos que se negó a contar que él era médico, para evitar un trato preferencial. Nosotros no alcanzamos a contarle que a casa llegaron las cenizas de su madre. John Orlando falleció ese 25 de agosto. Sus cenizas ahora reposan cerca a las de mi abuela. Este ensayo fotográfico es el recuerdo de los 17 días que transformaron a mi familia.
Mi papá, John Orlando, en uno de los últimos retratos que le hice durante la hospitalización de mi abuela. Según los médicos, mi papá y mi tío se infectaron mientras la cuidaban. Mi tío estuvo hospitalizado en la misma clínica mientras mi abuela moría, pero no lo dejaron despedirse de ella.Chelo CamachoUno de los correos electrónicos que mandaba al personal del hospital para que la trabajadora social se los leyera a mi padre durante los días que estuvo inconsciente e intubado.
Chelo CamachoA la izquierda, una enfermera le hace una prueba de covid a mi papá en su apartamento, cuando estaba presentando síntomas. A la derecha, una bolsa de plástico con las pertenencias de mi papá luego de su fallecimiento.Chelo CamachoEl 8 de agosto de 2020, durante su primer día en la UCI, mi papá nos envió algunas fotos tomadas durante su hospitalización. Ese día fue el último que pudimos hablar con él.Chelo CamachoEl hospital me llamaba dos veces al día para que supiéramos de mi papá. Esta foto es de las notas de enfermería del segundo día, cuando me informaron que había sido intubado la noche anterior. Chelo CamachoLos siguientes contactos con mi papá fueron a través de videollamadas que la trabajadora social hacía dos veces a la semana desde el exterior de la habitación. Sin falta, todos nos conectábamos para verlo y para intentar descifrar las máquinas que lo rodeaban. Chelo CamachoJuan David, mi hermano, estudiante de medicina, mira una de las grabaciones del hospital en su computador mientras la imagen es proyectada detrás de él. Gracias a mi hermano logramos entender la información técnica que nos daba el personal de salud. Chelo CamachoEstefanía, mi hermana, sentada en su habitación, es iluminada con la proyección de una foto que mi papá le tomó cuando era pequeña. Chelo CamachoUna foto de archivo de mi papá y mi mamá durante mi nacimiento. Mi papá ayudó en mi parto como médico.Chelo CamachoAutoretrato en mi habitación. En la pared, la foto de mi papá proyectada. Durante su hospitalización, solo esperaba a que sonara mi teléfono móvil para tener noticias de él. El día en que murió, el sonido del teléfono me despertó a las 6 de la mañana. Quince minutos duró la última videollamada con mi papá mientras él moría.Chelo CamachoMi mano sostiene las cenizas de mi padre dos años después de su muerte. La Organización Mundial de la Salud registró 6.562 muertes más por covid el mismo día que falleció mi papá. Chelo CamachoLa bata blanca de mi padre con su nombre marcado reposa sobre mi cama. Aunque era médico, nunca mencionó su profesión al ser hospitalizado para evitar un trato preferencial. Chelo Camacho